Es un referente nacional en investigación y desarrollo de biocombustibles, también impulsor de una de las áreas imperativas de las instituciones de educación superior: la vinculación con el entorno. El Dr. Robinson Betancourt fue reconocido por su aporte y trayectoria con la Medalla Trayectoria Académica.
¿Cómo retratar al profesor Robinson Betancourt?. Fue lo primero que me pregunté cuando me contó con orgullo que recibiría la Medalla Trayectoria Académica, el reconocimiento más importante que entrega la UFRO a quienes han prestigiado esta casa de estudios.
Inmediatamente pensé en el investigador, el académico, el gestor y, sobre todo, el ser humano que hace más de 40 años comenzó a impulsar -por iniciativa propia y con puro ingenio-, una idea nueva en ese tiempo y que hoy es imprescindible en la misión de las instituciones de educación superior. Me refiero al vínculo con el medio, pero al vínculo real, forjado mediante conversaciones permanentes y retroalimentación.
Con esa convicción, el Dr. Betancourt inició su carrera a fines de los años 70 y, desde allí, ha ido construyendo un camino lleno de anécdotas, aciertos, dificultades y oportunidades. Sin duda, la suma de sus acciones ha sido positiva, no solo para él, también para esta casa de estudios, donde es Profesor Titular y se ha desempeñado como docente, investigador y directivo en el Departamento de Ingeniería Mecánica de la Facultad de Ingeniería y Ciencias.
Visión y determinación se conjugan en la impronta del Dr. Betancourt; con esas cualidades marcó la ruta de la UFRO en investigación y formación de profesionales ingenieros conectados con el mundo productivo, posicionando, además, a nuestra institución como pionera en el estudio y desarrollo de biocombustibles. Claro, él logró vislumbrar -varias décadas antes de que se hicieran evidentes-, los desafíos que se presentarían para la ingeniería en materia de uso de la energía por el incremento de medios de producción y transporte; así que, siendo coherente con su impronta, inmediatamente puso manos a la obra.
“Para buscar respuestas en nuestra Universidad propuse las Semanas de la Energía en la década de los 80. El presupuesto lo buscamos en Industrias y Embajadas de países extranjeros. Así se realizaron 5 versiones, donde estudiantes, académicos, expertos extranjeros e ingenieros de industrias chilenas, entendimos que debíamos abocarnos a lo que se está haciendo en la actualidad: optimizar el uso de energía con respaldo de alternativas renovables”, recuerda el profesor.
Lo que siguió, fueron años altamente productivos y el liderazgo indiscutido a nivel país en investigación aplicada sobre biocombustibles. La noticia del primer Centro de Producción Industrial de Biodiesel impulsado por él, trascendió la prensa chilena y gatilló diversos reconocimientos regionales, nacionales e internacionales, tanto por el aporte científico, como por la participación de dos grandes empresas: Molinera Gorbea y Copec.
Como investigador en esa línea, ha logrado la obtención de 12 proyectos en concursos regulares, ejecutados en la Universidad de La Frontera, Universidad Politécnica de Madrid, Universidad de Sao Paulo y Universidad de Concepción. En todos ellos ha buscado la oportunidad de vincularse con la Industria, consiguiendo complementar la infraestructura de la UFRO con el uso de instalaciones de grandes empresas, como Methanex, Copec, Molinera Gorbea, Agropel, Maltexco, Embonor, además del Ministerio de Transporte en Santiago.
A su vez, estas colaboraciones han gestado convenios entre la Universidad, la Industria y el sector público, no sólo en Chile, también en Brasil, con las Universidades de Sao Paulo, Federal de Viçosa y empresas como Embrapa, dedicada a la investigación agropecuaria.
Con toda esa experticia -que suma publicaciones científicas, libros y 5 patentes-, no es raro que sea llamado permanentemente para ser evaluador de proyectos en instituciones como el Consejo de Rectores, Universidades de Concepción, Austral de Chile y Magallanes; Fundación para la Innovación Agraria (FIA), FONDEF, CORFO. Ha sido convocado a participar como Miembro en Comités Técnicos del Ministerio de Agricultura, Ministerio de Energía, Superintendencia de Electricidad y Combustibles, Ministerio del Medio Ambiente.
Por añadidura llegan también los reconocimientos. La lista es extensa, pero como botón de muestra destacan el Premio Gobierno de Chile-Ministerio de Agricultura “Al Mérito Agropecuario” año 2010, por su aporte como investigador en biocombustibles; la designación por parte del Ministerio de Agricultura como miembro en la Comisión para Normas en Biocombustibles para Chile y Miembro en el Directorio Red Nacional de Biomasa; y la representación de Chile en foros de biocombustibles en Alemania y Brasil, por decisión Presidencial.
Su labor en la Universidad de La Frontera fue reconocida, igualmente, por el Colegio de Ingenieros de Chile A.G, con el Premio Académico Destacado 2012, por la trayectoria alcanzada en la formación de nuevos profesionales y vinculación con Industrias. Y cómo no, si todos los avances del profesor Robinson Betancourt van tributando a los aprendizajes tempranos en la formación de pregrado y postgrado; él mismo se encarga de asegurar ese aprendizaje a través de las 10 asignaturas que dicta y en las más de 30 tesis y trabajos de título que ha dirigido.
“Desde mis inicios sentí el compromiso de hacer docencia vinculada al medio, haciendo -por un lado-, los análisis y desarrollos de conceptos con cátedras teóricas en aula y –por otro-, el trabajo experimental de laboratorio en Industrias. Esa metodología entrega la posibilidad de potenciar los aprendizajes al disponer de procesos reales e instrumentos de última generación que -por costos-, no siempre son de fácil acceso a nuestras unidades académicas. Así mismo, abrió puertas en Industrias y empresas a decenas de nuestros estudiantes que ejercen la Ingeniería, ocupando hoy importantes puestos, tanto en Chile como en el exterior”, apunta.
TOMAR LA INICIATIVA Y ESCUCHAR
Un “busquilla”. El Dr. Betancourt es de aquellos que no acepta un “no se puede”. “Cuando uno tiene una idea clara y hace las cosas con amor, todo resulta”, asevera. Agrega que la clave es escuchar, salir a la industria (en su caso) y no esperar a que ella venga. Su propia oficina es fiel reflejo de esa mirada. Instalada en el último rincón del Laboratorio de Mecánica, lucen allí varios productos generados de sus investigaciones y materializados a punta de gestión, como una estufa a leña de producción propia, cuyo origen anecdótico me cuenta entusiasmado.
“Hace algunos años asistí a una conferencia en Santiago y un personero de gobierno dijo que el 2023 se debían eliminar todas las cocinas a leña en Temuco porque eran el principal factor contaminante. Primero, le pregunté si conocía alguna evaluación de medición de partículas y luego, le hice ver que estaba cometiendo un error grave, porque la cocina en el sur no es solo un artefacto de calefacción, es en realidad un bien social, un punto de encuentro de la familia, donde se cocina, se seca la ropa, se tempera la casa, etc. De inmediato pensé “aquí hay un proyecto”.
Averiguó cuántas fábricas de cocinas había en Temuco, eran 27, todas ellas en precarias condiciones. “Supe que había una asociación que se llamaba AFECMETAL, ubiqué al presidente y le ofrecí el laboratorio. Juntamos a los productores y trabajamos en equipo en la solución. Cada uno hizo su propio modelo, se fabricaron 27 cocinas. Hoy, los operadores tienen una carpeta con todas las indicaciones para su producción, más las normas de emisión, que les permite seguir entregando un servicio en las mejores condiciones técnicas y ambientales. Se beneficiaron los productores, los estudiantes, la comunidad, porque cuando se trabaja con el entorno el conocimiento se irradia en todas direcciones”, enfatiza.
Familia Dr. Robinson Betancourt
Historias como esas, tiene por tomos el profesor Betancourt. De hecho, por gestión personal se materializó el Laboratorio de Investigación Energética del Departamento de Ingeniería Mecánica. “Se hizo mediante la Ley de donaciones con la Empresa ANWO, que donó a la Universidad equipos por 200 millones de pesos. Son instalaciones con tecnología de última generación, utilizadas por académicos y académicas de distintos departamentos en investigación, docencia, extensión y servicios”.
En la confianza, me cuenta que ha estado pensando en el retiro. “Hay que dar espacio a las nuevas generaciones”, dice con la humildad que lo caracteriza. Sin embargo, en estos tiempos, más que nunca, su experiencia es consultada y requerida. El año pasado lo invitaron a implementar en la Facultad de Ingeniería y Ciencias una asignatura piloto denominada Capstone (piedra angular en griego), que implica lo que precisamente ha nutrido su trayectoria: aprender haciendo. Entonces, fue directamente a varias empresas (donde ya lo reciben como en su casa), para que los estudiantes pudieran identificar problemas reales y aplicaran una solución. “Fue muy productivo y tan motivador para los alumnos y los docentes, que la asignatura comenzará a dictarse de forma oficial el segundo semestre de 2023”.
Sin duda, un visionario de la vinculación y de las nuevas metodologías de aprendizaje, un investigador, académico, gestor y, sobre todo, un ser humano que realiza con amor y dedicación su profunda vocación científica, docente y social. Hoy se premia esa impronta.